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Mostrando entradas de mayo, 2022

BOTAS DE CUERO ESPAÑOL - BOB DYLAN

"Zarparé de viaje, mi verdadero amor, zarparé de viaje por la mañana. ¿Hay algo que pueda mandarte a través del océano, desde el país en el que desembarque?"   No, no hay nada que puedas mandarme, amor mío, no hay nada que desee poseer. Solo quiero que regreses a mí, intacta, desde el otro lado de aquel solitario océano.   "Oh, pero yo pensé que podrías querer algo bonito, hecho de oro o de plata, proveniente de las montañas de Madrid o de las costas de Barcelona".   "Pero si poseyera las estrellas de la noche más oscura y los diamantes del más profundo océano, renunciaría a todo eso por un dulce beso tuyo, porque eso es todo lo que deseo poseer".   "Pero quizá me ausente por un largo tiempo y solo por eso te lo pregunto: ¿hay algo que pueda mandarte para que me recuerdes, para hacer que el tiempo se te pase rápido?"   "Oh, ¿cómo puedes?, ¿cómo puedes preguntarlo de nuevo? eso solo me causa

MASA - CESAR VALLEJO

  Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: «¡No mueras, te amo tánto!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Se le acercaron dos y repitiéronle: «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando «¡Tánto amor, y no poder nada contra la muerte!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: «¡Quédate hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar…

EL OTRO - JORGE LUIS BORGES

El hecho ocurrió en el mes de febrero de 1969, al norte de Boston, en Cambridge. No lo escribí inmediatamente porque mi primer propósito fue olvidarlo, para no perder la razón. Ahora, en 1972, pienso que si lo escribo, los otros lo leerán como un cuento y, con los años, lo será tal vez para mí. Sé que fue casi atroz mientras duró y más aún durante las desveladas noches que lo siguieron. Ello no significa que su relato pueda conmover a un tercero. Serían las diez de la mañana. Yo estaba recostado en un banco, frente al río Charles. A unos quinientos metros a mi derecha había un alto edificio, cuyo nombre no supe nunca. El agua gris acarreaba largos trozos de hielo. Inevitablemente, el río hizo que yo pensara en el tiempo. La milenaria imagen de Heráclito. Yo había dormido bien; mi clase de la tarde anterior había logrado, creo, interesar a los alumnos. No había un alma a la vista. Sentí de golpe la impresión (que según los psicólogos corresponde a los estados de fatiga) de haber vivido

LIBRO DE ARENA - JORGE LUIS BORGES

  La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes… No, decididamente no es este,  more geométrico , el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico. Yo vivo solo, en un cuarto piso de la calle Belgrano. Hará unos meses, al atardecer, oí un golpe en la puerta. Abrí y entró un desconocido. Era un hombre alto, de rasgos desdibujados. Acaso mi miopía los vio así. Todo su aspecto era de pobreza decente. Estaba de gris y traía una valija gris en la mano. En seguida sentí que era extranjero. Al principio lo creí viejo; luego advertí que me había engañado su escaso pelo rubio, casi blanco, a la manera escandinava. En el curso de nuestra conversación, que no duraría una hora, supe que procedía de las Orcadas. Le señalé una silla. El hombre tardó un rato en habla