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EL CUENTO DE LA PRINCESA KAGUYA 3

 

La caza imperial

La fama de la princesa Kaguya llegó hasta el emperador, quien mandó a una dama a confirmar la belleza de la que tanto hablan, pero la princesa se negó a ser vista por quien haya sido enviada por el emperador. El no dejarse ver solo llamó la atención del emperador, quien tras esto, envió a un mensajero, invitando a la princesa a su palacio para verla con sus propios ojos, pero ésta se negó. La decisión de no acatar las órdenes del emperador lo sorprendió mucho, lo consideró un acto irrespetuoso y llamó aún más su atención, por lo cual, le dijo al padre de Kaguya que si la traía al palacio, le otorgaría el título de noble.

Su padre intentó convencerla, pero ella se negó, diciendo que si la forzaban a ir con el emperador, entonces haría todo lo posible para hacerlos nobles, y tras eso, se suicidaría, lo cual asusto a su padre, quien decidió ir al palacio y contarle lo sucedido al emperador, dejando en claro que lo primordial era la seguridad de su hija; sin embargo, el emperador le ofreció visitarlos, lo cual acepto sin ningún remedio.

Al llegar el emperador al hogar de la princesa, se encontró con una persona increíblemente bella, con un resplandor que parecía iluminar los alrededores. La princesa intentó huir, pero el emperador la tomó de la manga, declarando que no la dejaría ir. La princesa le dijo entonces, que si perteneciera a este mundo, entonces tendría que acatar sus órdenes, pero no es así. El emperador no le dio importancia y decidió llevarla de cualquier manera, sin embargo, al intentar tomarla por la fuerza, la princesa se convirtió en una sombra a la cual no podía tocar, fue entonces cuando el emperador comprendió que no se trataba de una persona normal.


Resignado, el emperador le hizo saber que no se la llevaría, pero que lo dejara verla una vez más antes de retirarse, a lo cual, la princesa aceptó. El emperador agradeció a ella y a su padre, quien decidió dar un banquete antes de la retirada del emperador.

Durante las estaciones siguientes, el emperador pasó los días observando a todas las personas que le servían en el palacio, pero ninguna era comparable con Kaguya, a quien pasaba las noches escribiendo cartas, que con el tiempo, empezaron a ser respondidas, haciendo saber al emperador que a pesar del rechazo inicial, Kaguya sentía interés por él, pero no sentía que debía estar con él, por su pasado, y por quien es.

El celeste vestido de pluma

Kaguya pasó los siguientes tres años escribiendo y recibiendo cartas del emperador mientras observaba la luna, a la cual, un día miró con tristeza, preocupando a todos quienes la rodeaban. Preocupado, su padre le rogó explicaciones, a lo que Kaguya le dijo que la luna la hacía pensar en la incertidumbre y pena de este mundo.

Pasó el tiempo y la princesa siguió mirando a la luna, cada noche se sentaba en el jardín a contemplarla, durante las noches cuando la luna salía tarde se mostraba menos melancólica, pero a principios de mes, con la luna nueva, le lloraba y le suspiraba.

Un día, al salir la luna, Kaguya se puso a llorar desesperadamente, desconcertando a sus padres, a quienes les dijo entre llantos que les había estado ocultando algo todo este tiempo, y les confesó que no pertenecía a este mundo, si no, a la luna, una conexión con su vida pasada la hizo venir a la tierra, pero la hora de volver a la luna había llegado, y el día quince del octavo mes, vendrán a recogerla, y a pesar del dolor, pena y tristeza que ha cargado desde la primavera, tendrá que marcharse.


El emperador, al recibir esta noticia, ordenó que el día quince del mes, cuando haya luna llena, por decreto imperial dos mil militares cuidarán la casa de la princesa, mil de ellos en el piso y otros mil en los tejados, sin dejar un solo hueco sin cubrir.

Rodeada de soldados, y con sus padres abrazándola, la princesa les dijo que no podrían detener su partida, pues aunque quisieran, no podrían luchar contra los seres de la luna, pues son seres que ni siquiera envejecen como los de esta tierra, y aunque en la luna las preocupaciones de la tierra no existen, la llena de tristeza tener que vivir esa vida.


Al llegar la medianoche, la luna brillo diez veces más de lo normal, generando tanta luz como si fuera de día, y entonces, entre todo ese resplandor, unos seres montados en nubes descendieron hasta el hogar de la princesa kaguya, quienes defendían el hogar perdieron toda voluntad de hacerles daño, apenas podían sostenerse de pie ellos mismos.

Uno de ellos, al parecer el rey, tocó la puerta de la casa, y el padre de la princesa, sin poder controlarse a sí mismo, lo recibió. El rey le dijo que era hora de llevarse a la princesa, y de pronto todas las puertas que llevaban hasta donde se encontraba la princesa se empezaron a abrir, la princesa se levanto, y camino hasta los ojos de su padre, a quien con la cabeza inclinada le dijo que llena de tristeza y en contra de su voluntad, se tenía que ir, pero le rogó que en su último minuto en la tierra, al menos la voltearan a ver en su partida. Se quitó un vestido y se lo dio a sus padres, junto con una carta en la cual les pedía que cuando haya luna llena la voltearan a ver, pues ella estaría ahí.


Los seres de la luna abrieron dos cofres, en uno de ellos se encontraba un hermoso vestido de pluma, y en otro un elixir. Le ofrecieron el elixir a Kaguya, quien tomó un poco mientras uno de ellos intentó ponerle el vestido. Kaguya sabía que al ponerse el legendario vestido de plumas sus recuerdos serían borrados, por lo que decidió antes de ponerlo escribir una última carta al emperador, disculpándose por no haber podido estar con él, y en ella dejó el elixir del que había tomado, pues ese elixir curaba las enfermedades dadas en la tierra, incluida la muerte. Al terminar de escribir la carta, se acercó al comandante del ejército a quien le dio la carta, en ese momento, sin que se pudiera dar cuenta, le pusieron el vestido por encima, cambiando completamente la expresión de su rostro a uno sin expresión alguna, el cariño que les guardaba había desaparecido, todas las preocupaciones de la tierra se habían ido, sin una sola expresión, la princesa se montó en la nube y regreso a volando a la luna.

El humo del monte Fuji.


El emperador leyó la última carta escrita por la princesa, lo cual lo llenó de dolor y tristeza. Invadido por estos sentimientos, ordenó que se llevara la carta y el elixir a la punta de la montaña que se encuentra en la provincia de Suruga, pues era el lugar más cercano al cielo, una vez ahí, les pidió que quemaran tanto la carta como el elixir. El monte se lleno de guerreros, por lo cual decidieron llamarlo Monte Fuji, es decir, Monte de muchos guerreros, quienes quemaron la carta con el elixir, y se cuenta, hasta el dia de hoy el monte se sigue llenando del humo de aquella carta y aquel elixir.

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